El Luí hizo dos (mil) anoche, se hace el groso por eso y aparte dice que es Zidane.
Ayer lo ví con una camiseta del Real, antes de que se ponga la camisa blanca de mozo internacional (el otro día "salí por el doce"). Juega bien, rústico, como en el campo, de donde es, pero patea y la pelota pasa a dos metros de los cajones de cerveza que hacen de arco. Echó moco, lo sabe, y de contraataque, con caño a Priti incluido, les ganamos por mejor de tres.
Pero antes de cumplir la apuesta de un fernet, el Luí prefiere la trampa, o al menos la polémica. No importa cuán en serio lo hayamos apostado. Dice que se fue afuera recién, antes de que mi compañero me tirara el centro que devino en gol. Discute con la pelota en la mano y haciéndose el enojado, de arrebato se saca solo, tira un pase largo. Andá a hacerle entender que ya ganamos. Corre. Lo dejamos pasar como si el juego ya hubiese terminado. Se la devuelven. Lo seguimos por detrás como quien sigue a un mocoso que durmio mucho. Está a dos metros del arco, disminuye la velocidad y pisa la pelota solo. Gol. Se hace el loco, festeja, tira un par de chistes, y dice que ganó y el ferné lo quiere de litro. Andá a hacerle entender. Después de todo ganó de local, mañana va a entrar a la cancha tapada de mesas, sillas, clientes, menúes y algunas propinas. Es un muy buen mozo. Ni en pedo le pago el fernet.
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