Desde la barra

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Mirale el culo tranquilo, para mí que le gusta. Aparte no hay muchas otras cosas que se puedan hacer mientras se toma una cerveza solo. Entrecerrados, rojos, lascivos los ojos y la boca se te ladea nerviosa. Le fichás la nuca de vez en cuando por si se da vuelta. Vaya a saber cómo te estás imaginando su desnudez ahora, si todos los días la mirás como si fuera por primera vez. En la musculosa negra apretada se le marcan esos rollitos que tanto le gustan a la gente como vos. Los querés agarrar, apretar, llevarlos contra vos. Se nota. Potente la morocha, me hago el piola cuando te das cuenta de que te calé al vuelo; te reís apremiado, pajero y asentís con la cabeza como borracho. Claro, la cuarta cerveza es la que más pega, y más cuando estás solo.
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